'Precop'
Así se llama ahora al “amigo con derecho a roce” de toda la vida. Si practicas sexo con alguien sin que haya entre vosotros ninguna vinculación amorosa, entonces tienes un “precop”. Un término que separa claramente amor de sexo y que define una especie de acuerdo tácito o explícito entre tus amantes y tú.
'Shagbag'
¿Alguna vez has metido cepillo de dientes, tanga y toallitas húmedas en el bolso además de
preservativos por si tu cita iba muy bien? Entonces ya has practicado el ‘shagbag’, un término que en principio tenía connotaciones negativas pero que ahora se emplea para definir esa bolsa que
siempre tienes preparada con lo indispensable por si termináis en su casa. ¿Quieres prepararla? Que no falte ropa interior, cepillo de dientes y de pelo, ...
Footjob’
Se trata de despertar el deseo sexual de tu pareja dándole un masaje erótico utilizando solamente
los pies. ¿Cómo se hace? Eva Longoria lo mostró en uno de los capítulos de “Mujeres Desesperadas”. Aunque el objetivo no sea erótico, esta práctica también es habitual en los masajes de tipo
tailandés.
Tickling’
Se trata de hacerle cosquillas eróticas a tu pareja y se está poniendo de moda entre las
mujeres. Ideal para romper el hielo, para parejas tímidas o para variar los preliminares y reactivar el deseo. También puede ser una buena terapia cuando estáis estresados o de mal humor.
‘Solodex’
Esta palabra se refiere a todo tu “backstage erótico”, es decir, a tus fantasías sexuales,
recuerdos, sensaciones, pelis, lecturas y hasta olores a los que recurras habitualmente para practicar sexo a solas. ¿Quién no tiene su “solodex”?
‘sexit’
¿Alguna vez has cometido la locura de escaparte de una fiesta o un evento con un amante o alguien
a quien acabas de conocer para iros a un hotel y practicar sexo? Entonces has hecho “sexit”. También puede calificarse así a una escapada de urgencia con tu pareja o amante conocido siempre que
se trate de algo inesperado e irrefrenable.
‘Bangover’
¿Cuántas veces has leído que practicando sexo se hace ejercicio? Pues las “bangover” son las
placenteras agujetas que te quedan después de una buena sesión de “entrenamiento sexual”. Efectivamente, se trata de un completo y satisfactorio deporte, y como en otro tipo de actividades
físicas, las agujetas sólo se pasan practicando con regularidad.
Efecto Coolidge’
Los expertos en temas de pareja llaman así a la reactivación del deseo que nos produce
tener una nueva pareja. De hecho, éste efecto es uno de los mayores causantes de la infidelidad, provocada sobre todo por la rutina que supone la vida en pareja. Tú decides si quieres combatir el
efecto Coolidge trabajando cada día en tu relación o dejarte arrastrar por él…
Articulo reproducido desde:
http://www.elle.es/pareja-sexo/sexo-elle/terminos-sexuales-nuevas-practicas
-Si buenas tardes…
-Cómo está Sr.? Seguro que desea saber?
El hombre que respondió el teléfono móvil, trago en seco, respiró profundo y respondió, con voz firme…
-Sí, creo estar preparado… aunque tu suspenso me confirma mis sospechas.
-Tiene Ud. razón Sr. está pasando en estos instantes.
El instinto humano se impone y surge la negación como primera respuesta.
-Estás seguro de lo que me estás afirmando?
-Realizamos los procedimientos que Ud., como maestro nuestro, conoce más que nosotros y justamente estamos fuera… lo siento… tiene alguna sugerencia, Ud. sabe que estamos…
-No, no -interrumpió- gracias, con eso es suficiente; te envío lo de las cervezas con quien sabes… Gracias, sal de ahí!
-Lo lamento mucho Sr., hasta luego.
El hombre cerró la llamada y se desplomó en su cama como si fuera un saco lleno de arena. Había pasado todo el día apostando a la fidelidad y ha perdido la apuesta; luego de divagar por minutos, se dirige a la licorera toma el vino chileno, ese mismo que había comprado para un momento especial totalmente diferente al que estaba viviendo, toma el celular, marca y una voz mecánica le contesta; habían apagado el aparato al que correspondía el número, otro indicio más de lo que estaba ocurriendo; destapa el vino sonríe y se sirve en la copa comprada con la misma razón del liquido tinto.
Tirado en su cama, cual moribundo le pasan todos los momentos felices que ha vivido al lado de su amada; se resistió a llorar, en lugar de eso lucha contra las imágenes mentales que percibe y las dirige a las tantas infidelidades que ha llevado a cabo, enumerando las ocasiones y nombrando con alguna dificultad los nombres de sus amantes; pero es imposible, su esfuerzo mental resulta en vano y termina lucubrando e ilustrando la situación…
“Después de cerrar la puerta y descubrir que estaban solos en la habitación, la pareja se abraza y sus bocas se besan de forma desenfrenada, era como si tuvieran hambre de estar solos y por fin podían saciarla; sus labios se rozan y se cruzan de un lado a otro, el uno sobre el otro, el la despeina, con sus manos, sosteniendo su cabeza fuertemente pero como si sostuvieran una seda; ella retrocede hasta quedar pegada de espalda a la pared, respira jadeante y emite susurros mientras su amante le besa el cuello; él demuestra una erección total, demostrando con su virilidad las ansias de poseerla.”
“Ambos se quitan la ropa casi deseando desgarrarlas, ella lo tumba sobre la cama y, en un movimiento rápido y sorpresivo, logra que el varón quede encima suyo; ella sin blusa, en ropa interior y él sin camisa con el pantalón a medio talle; logrando desprender a duras penas las prendas de vestir que restan, juguetean, se acarician, se disfrutan con la mirada y el tacto, en silencio, como si desearan que ese momento durara toda una eternidad, no pueden creer este encuentro, algo insólito que ambos ansiaban cada día, entre halagos, flirteos y conversaciones insinuante por el chat, era un momento el que pensaban nunca lograrían poder materializar.”
La botella de vino a la mitad de su capacidad, la cordura se ha perdido junto con la copa que ha quedado en un rincón de la habitación, los sorbos son cada vez más desesperantes y crean un sabor agridulce que en lugar de herir la garganta, sus efectos afectan el corazón
“Luego de largos instantes de conversación gestual, de caricias, sin palabras, con un lenguaje meramente corporal, el órgano masculino va entrando, despacio, como lagarto en un pantano, dentro de la mujer de talla baja, que lo recibe con un silencio reconcentrado, los ojos cerrados, la boca entreabierta, jadeante, el labio superior encogido dejando ver cuatro dientes opacos, la cavidad de la boca envuelta en una penumbra rojiza. La boca tosca y carnosa nuevamente se pega a los labios entreabiertos de ella.”
“Sus manos, primero buscan los pechos erectos, aunque blandos, luego se deslizan a los costados y se reúnen en la espalda sudorosa, se tocan un momento y bajan hasta las robustas nalgas, apoderándose de ellas; las manos oprimen y apelotonan la carne blanda, incitando al cuerpo de la mujer a arquearse de modo tal que ya no se apoya sobre la cama –aparte de la cabeza que reposa sobre la almohada aplastada por el beso dulce, seductor; pero inmóvil– más que por los omóplatos y por la planta de los pies: el resto está en el aire, en tensión, solo recibiendo la parte del cuerpo que lentamente ha entrado en ella.”
“El ritmo se ha hecho ahora regular: la parte superior de los cuerpos, de la cintura para arriba, están inmóviles, la cara de él aplastada contra el hombro izquierdo de ella, y la de ella emergiendo por sobre el hombro izquierdo del amado, con los ojos cerrados, la piel a la que el sudor da un lustre uniforme, los pechos y los vientres aplastados unos contra otros, la cama acompañando con un crujido rítmico el movimiento regular que los cuerpos ejecutan de la cintura para abajo: el del macho de arriba abajo y de abajo arriba, entrando y saliendo, entrando y saliendo, despacio disfrutando cada entrada y salida; la mujer un movimiento circular de su abdomen que acompaña y complementa el movimiento del semental, cuyas nalgas se hunden y sobresalen, dándole la complejidad de un sistema de poleas y de pistolas combinados donde un ligero desnivel de recurrencia no sólo no desentona sino que contribuye a aportar cierta complejidad armónica al conjunto.”
El vino ha escapado totalmente de su albergue de cristal y ahora corre por las venas de aquel hombre lleno de salud pero moribundo, un segundo recipiente ha sido abierto y lleva la misma suerte del primero.
“Los quejidos de la mujer, cuya frecuencia se prolonga y cuya intensidad va en aumento, resuenan sobre el fondo monótono de los jadeos de amante hasta que, de golpe, el movimiento circular de vientre de la fémina y el movimiento vertical de vaivén de las nalgas masculinas, durante unos segundos, se detienen, antes del coletazo final, un violento sacudimiento de caderas que se repite tres, cuatro, cinco veces, acompañado de una serie de gritos, de lamentos, de obscenidades, de suspiros, de exclamaciones que llenan el aire lívido de la pieza. Al diablo el mundo, sus parejas formales, la fidelidad, el pudor y la opinión social, ahora sus sentidos están concentrados en el placer que su relación ilegal les proporciona, no existe compromiso, no hay nadie, solo la habitación cómplice y su descarga de adrenalina y jugos corporales, que les brindan un éxtasis indescriptible.”
El alcohol ha tomado una completa posesión de la anatomía, apenas logra mantenerse erguido y dominar sus ya torpes reflejos.
“De rodillas y aun insaciable, hunde el mentón entre las piernas separadas hasta alcanzar el pubis. Ella, parada a un costado de la cama, tiene el cuerpo rígido e inclinado un poco hacia atrás, de modo que es su vientre lo que sobresale, en tanto que la espalda de bronce está como oblicua respecto de su cintura. Sus hombros se sacuden tal vez porque sus manos acarician la cabeza que está hundida más debajo de su ombligo, en un instante y, por la posición de su cuerpo, ambos brazos se contraen al tomar posesión de la nuca, como si tratara de engullir al macho por sus genitales.”
Apenas queda un hálito de conocimiento, el alcohol ha mitigado la furia contenida del hombre, el cual yace tirado en su cama, casi inconsciente y aún incrédulo de la afirmación recibida.
“Sobre la cama, en cuatro patas, su cara casi tocando la pared, las manos apoyadas sobre la almohada, espera, sin impaciencia, que él avance hacia ella, de rodillas, desde la otra punta de la cama, y comience a separar, con manos sudorosas, sus glúteos que presentan en la parte inferior una franja horizontal sedienta, de apariencia blancuzca, único contraste en su cuerpo de bronce. Cuando, después de una búsqueda no tan trabajosa, entra por fin y ella emite un quejido ronco, profundo, prolongado, al momento que se deja caer, boca abajo, despacio, hasta quedar extendida sobre la cama, con su amante adherido como una limadura de hierro a la superficie de un imán, iniciando nuevamente los movimientos rítmicos, como si se tratara de un ensayo de teatro o ballet.”
Los rayos del sol han tomado el control del ambiente matutino, con pesadez toma el teléfono que repiqueteaba insistentemente desde tempranas horas de la mañana.
-Aló –musitó con voz de ultratumba-
-Mi vida buenos días, me tenías preocupada, no respondías el móvil.
-Yo estuve llamándote desde ayer en la tardecita.
-Se me descargó el celular, porque no llamaste a la casa?
-Tuve inconvenientes y tome un sedante; se me ha hecho tarde, podemos conversar luego.
-Ok. Mi amor, te amo, ven despacio.
-Igual
-Buen día Sr. me preocupaba, ya le iba a llamar, como amaneció?
-Como crees?, te pediré un favor, cuento contigo?
-Claro que sí Sr. para cualquier cosa, recuerde que somos más que amigos, hermanos y a
Ud. lo considero mi maestro.
-Si ocurre algo, trata a todas costas que lo que tú y yo sabemos, salga algún día a la luz pública.
-No le entiendo, qué puede ocurrir? No estará pensando en una locura, Sr.?
-Sólo prométeme lo que te pedí.
-Prometido Sr., considérelo hecho, como en los viejos tiempos.
-Gracias, ten buen día!
Al otro día ningún noticiero dijo nada, ninguna novedad en las esquelas mortuorias, los periódicos digitales solo hablaban de farándula, nadie, absolutamente nadie notó la ausencia de un hombre que prefirió desfallecer él antes que dañar al ser que amaba, la vida continúo su rutina sólo que con ligeros cambios.
Hoy sólo me resta decir, lo prometido es deuda maestro, misión cumplida!
Hasta el próximo artículo.
Nota:
“A la memoria de C.G.E. el hombre que prefirió morir en vida, antes que lastimar a un ser amado”
Referencias:
Saer, Juan José, (1937-2005) fragmento de su libro “Nadie, nada, nunca”.
Libros en Red, Boletín Febrero 2010.
Declaraciones personales de un amigo C.G.E. (E.P.D.)
Graficas obtenidas de la Web.
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