Algunos decían que Paganini era muy raro. Otros, que era sobrenatural. Las notas mágicas que salían de su violín tenían un sonido diferente, por eso nadie quería perder la oportunidad de ver su espectáculo.
Una noche, el escenario de un auditorio repleto de admiradores estaba preparado para recibirlo. La orquesta entró y fue aplaudida. El director fue ovacionado.
Pero cuando la figura de Paganini surgió, triunfante, el público deliró. Paganini colocó su violín en el hombro y lo que siguió es indescriptible. Blancas y negras, fusas y semifusas, corcheas y
semicorcheas parecían tener alas y volar con el toque de aquellos dedos encantados.
De repente, un sonido extraño interrumpió el ensueño de la platea.
Una de las cuerdas del violín de Paganini se rompió.
El director paró… La orquesta paró… El público paró… Pero Paganini no.
Mirando su partitura, él continuó extrayendo sonidos deliciosos de un violín con problemas. El director y la orquesta, admirados, volvieron a tocar. El público se calmó.
De repente, otro sonido perturbador atrajo la atención de los asistentes. Otra cuerda del violín de Paganini se rompió. El director paró de nuevo… La orquesta paró de nuevo… Paganini no.
Como si nada hubiera ocurrido, olvidó las dificultades y siguió arrancando sonidos imposibles. El director y la orquesta, impresionados, volvieron a tocar.
Pero el público no podía imaginar lo que iba a ocurrir a continuación. Todas las personas, asombradas, gritaron un OOHHH!...que retumbó por toda la sala.
Una tercera cuerda del violín (recordamos que un violín tiene cuatro cuerdas) de Paganini se rompió… El director paró… La orquesta paró… La respiración del público paró… Pero Paganini no.
Como si fuera un contorsionista musical, arrancó todos los sonidos posibles de la única cuerda que quedaba en el violín destruido. Ninguna nota fue olvidada… El director, embelesado, se animó. La orquesta se motivó. El público pasó del silencio a la euforia, de la inercia al delirio.
Paganini alcanzó la gloria. Su nombre perdura a través del tiempo. Él no es un violinista genial. Es el símbolo del profesional que continúa adelante aún ante lo imposible.
Cuando todo parece derrumbarse, pon tu confianza en Dios y saca tus competencias a flote, cuando tus cuerdas se cortan, convierte en un “Paganini”, sigue adelante pon Fe a tus desempeños y sueños; el triunfo está delante de ti, si paras nunca lo alcanzará el éxito, perderás clientes, tus compañeros de empresa, familiares y amigos no te perdonarán el no poder “seguir tocando con una sola cuerda”.
Como dato adjunto Paganini era un desordenado económico, abundaban sus problemas financieros, de faldas y legales; pero cuando subía al escenario, cuando tenía un espectáculo todos se olvidaban de sus defectos; lo mismo ocurre con nosotros en las empresas, tus virtudes deben opacar tus errores, y es en los momentos difíciles donde debemos dejar aflorar nuestras mejores cualidades “Cuando todos paren continua tocando aún con una sola cuerda La Victoria es el arte de continuar donde otros se detienen.
Breve historia de Nicoló Paganini:
Nació en Génova el 27 de Octubre de 1782, hijo de un modesto comerciante aficionado a tocar la mandolina inició el estudio de esta a los cinco, más adelante del violín. Se sabe muy poco de la niñez y formación musical de Paganini, solo algunos conciertos realizados como niño prodigio. Se cree que se formó como autodidacta aproximadamente hasta los catorce años, exceptuando algunas lecciones de violín.
En 1801, Paganini se estableció en la pequeña ciudad de Toscana de Lucca, donde con motivo de la festividad de la Santa Cruz se celebraba una misa solemne en la iglesia, y todos los músicos italianos estaban invitados para exhibir sus cualidades en dicho acto. Después del Kirie, el joven Paganini hizo gala de su acrobático repertorio, que escandalizó a los tradicionalistas y encandiló a los afrancesados, encantados con la actitud cercana al sacrilegio que mostraba el recién llegado.
Paganini residió diez años en Lucca, hasta 1810, conoció el gobierno de Duquesa de Toscana Elisa Baciocchi, hermana de Napoleón, que se convirtió en su protectora. Fue nombrado segundo violín, y poco después recibió los nombramientos de capitán honorario de la guardia, “virtuoso de cámara” y profesor privado del nuevo duque.
En su presentación milanesa, Paganini fue saludado como el mejor violinista de su tiempo, y los profesionales del instrumento se sintieron impresionados ante todo por la técnica, aunque menos por el buen gusto interpretativo. Apenas rebasaba la treintena y ya era el músico italiano más famoso.
Paganini fue un revolucionario de salón. No se identificó nunca con ninguna postura política, por lo que la derrota de Napoleón no le afligió en absoluto. No es de extrañar que en 1815 aceptara dirigir en Génova una Cantata para celebrar la llegada de los reyes Víctor Manuel I y María Teresa, que habían recuperado el trono de Saboya.
En 1828, aunque no logro curarse de la sífilis diagnosticada años antes, se recuperó y pudo reemprender sus recitales, aunque había perdido mucha vista, llevaba unas gafas de lentes azuladas que acentuaban el aspecto misterioso y algo tétrico de su persona.
Realiza una gira por toda Italia, en compañía de una cantante con la que compartía sus audiciones: Antonia Bianchi, que se convirtió también en su amante y le dio un hijo. Mas tarde se separan, y para quedarse con su hijo, Paganini paga una elevada cantidad de dinero para apartarla de su vida y quedarse con el niño.
Siguen los triunfos de Paganini en Francia e Inglaterra. En París se reencontró con Rossini. Se relacionó con el entonces joven Liszt, sobre quien ejerció un profundo influjo. Admiró a Beethoven… Durante esta época, se establece una breve pero fructífera relación artística, entre Paganini y el joven Berlioz.
En otoño de 1834, Paganini retornó a Italia y se estableció en Parma, en octubre de 1839, Paganini retorno por unas semanas a Génova. En noviembre del mismo año se trasladó a Niza. En esta ciudad de la Costa Azul, la tisis y la degeneración infecciosa producida por la sífilis aceleraron su muerte, el 27 de mayo de 1840.
Después de fallecer, el Obispo de Niza, prohibió su entierro, explicando que Paganini había rehusado la extremahunción. Cuatro meses después de su defunción, el cuerpo del genial violinista se hallaba en la bodega de la casa donde había expirado. Finalmente tomó cartas en el asunto el rey Carlos Alberto, y gracias a él el cuerpo de Paganini fue trasladado a Génova, pero solo por algún tiempo. En 1876 el nieto de Paganini hizo que fuera enterrado en el cementerio de Parma.
Después de su muerte, su influencia se dejó sentir notablemente en los compositores occidentales, tanto en el siglo XIX como en el XX. Uno de los primeros que experimento tal influjo fue, Verdi. Tambien Saint-Säens y Ravel y sobre todo Brahms que compuso las 28 variaciones sobre un tema de Paganini en La menor, Op.35 para piano.
Texto resumido de las siguientes páginas:
http://www.rubens51.com/belma25.htm
http://www.vidapositiva.com/nota.asp?idnota=4476
Todavía no hay comentarios.